Escondido en la Sierra Gorda de Querétaro, entre montañas, pinos y encinos, se encuentra el Pueblo Mágico de San Joaquín, uno de los tesoros poco conocidos del estado. Fue nombrado así en 2015 gracias a sus muchos encantos: casitas coloridas con techos de teja roja, un pasado minero fascinante, zonas arqueológicas que le han valido el apodo de la Machu Picchu mexicana, y el orgullo de ser la capital del Huapango, una danza tradicional muy arraigada en la Huasteca. A todo eso se suman su gastronomía, sus paisajes impresionantes y ese clima frío y neblinoso que le da un aire místico, con montañas, cañones y ríos por todos lados. Está a solo dos horas y cuarto del centro de Querétaro y a unas 3 horas de San Miguel de Allende, así que es momento de que deje de ser un secreto… al menos para ti.


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La ‘Machu Picchu mexicana’ del Pueblo Mágico de San Joaquín
Cuando vayas al Pueblo Mágico de San Joaquín, sí o sí tienes que visitar las zonas arqueológicas de Ranas y Toluquilla. Son uno de los principales atractivos del lugar y la razón por la que muchos la llaman la Machu Picchu mexicana. Y es que, al igual que la famosa ciudad peruana, estos vestigios se alzan en la cima de dos cerros en plena Sierra Gorda, a solo tres kilómetros del centro del pueblo. Ambas zonas fueron importantes centros ceremoniales chichimecas, y en Ranas vas a poder caminar entre más de 150 estructuras distribuidas entre templos, plazas y tres canchas de juego de pelota.

En Toluquilla, lo que más sorprende es lo bien conservado que está el sitio con cuatro canchas de juego de pelota y antiguas viviendas hechas con lajas de piedra caliza. Además, en los alrededores también encontrarás pinturas rupestres como El Durazno, Los Azogues y San Francisco Gatos, que completan esta experiencia arqueológica única en la región.

La capital del Huapango y mucho más…
Como ya te contamos, San Joaquín también es conocido por ser la capital del Huapango. Cada primer fin de semana de abril se celebra el Concurso Nacional del Huapango, un evento que reúne a cientos de parejas de bailarines de todo México y a visitantes de todas partes que llegan a disfrutar de este baile tradicional lleno de zapateado, violines y música vibrante. Según el INBA, es considerado el tercer festival más importante del país, así que sí, vale mucho la pena vivirlo.

Pero San Joaquín se disfruta en cualquier época del año. Puedes pasear por su plaza principal, que conserva ese aire tradicional con su kiosco, bancas para descansar y una iglesia parroquial construida por la propia comunidad. Justo en el centro está la Casa de las Artesanías, donde encontrarás piezas talladas en madera. En la parte superior del edificio se ubica el Museo Arqueológico y Minero, donde se exhiben tres temas clave de la identidad del pueblo: la minería, la arqueología y, por supuesto, el huapango. Para disfrutar la mejor vista de San Joaquín te recomendamos subir al Mirador La Crucita. Y claro, no te vayas sin probar su comida típica: barbacoa de borrego, cerdo en salsa verde con nopales, chicharrón de res, mole y tamales. Para el postre hay ates, dulces de calabaza y chilacayote, y si quieres algo para digerir todo eso, prueba los licores de fruta, especialmente los de durazno y manzana.


Grutas, cascadas y bosques: la belleza natural de San Joaquín
La belleza natural tampoco falta en San Joaquín, y una de las paradas imperdibles es la Gruta de los Herrera. En este recorrido subterráneo caminarás por seis zonas dentro de la montaña, donde los escurrimientos de agua han formado estalactitas y estalagmitas con formas muy curiosas y de más de 100 millones de años. El lugar está bien acondicionado e iluminado, así que es ideal para visitarlo en familia.

Otro rincón para conectar con la naturaleza es el Parque Nacional Campo Alegre, una reserva natural ubicada a solo diez minutos del pueblo. Aquí encontrarás palapas, asadores, juegos y grandes áreas verdes rodeadas de pinos y encinos. Además, cada tercer sábado de agosto se celebra el picnic más grande de Latinoamérica, un día de campo masivo que reúne a cientos de familias. Y no puedes dejar fuera la Cascada de las Maravillas, una de las más grandes de Querétaro. Para llegar hay que recorrer un sendero de unos 40 minutos entre el bosque, pero vale totalmente la pena pues al final te esperan dos caídas de agua impresionantes y hasta una zona de albercas, aunque eso sí, el agua es bastante fría. Como ves, sobran las razones para visitar el Pueblo Mágico de San Joaquín.

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