La Cervecería OBNI es una marca juguetona. Se nota en sus diseños con ositos melosos y marcianos con onda, en el color vibrante de sus hidromieles, en el sabor único de su cervezas artesanales, en el nombre y en su origen. Hace cuatro años tres ingenieros y un químico decidieron lanzarse a la aventura de hacer cerveza, poniendo todo su capital en este arte que los cautiva. El nombre ‘OBNI’, que significa ‘Objeto Bursátil No Identificado’, es una broma del argot bancario que refleja la personalidad geek de sus fundadores. Ellos mismos definen su cervecería como ‘un caos, como ese momento en el que sientes que algo va a explotar, emocionante, divertida y disruptiva’. Hoy, OBNI tiene su propio tap room en el corazón de Coyoacán, un lugar para los amantes de la buena cerveza artesanal que buscan una opción de calidad y a buen precio, en lugar de las típicas cervezas industriales que ofrecen los bares de la zona.
La aventura de la cerveza artesanal
Empezaron con experimentos, observando, preguntando y viendo qué hacían otros para diseñar su propio producto. Ahora ya tienen un buen impulso y ofrecen varias cervezas que se venden de forma masiva. Su planta cervecera está en Tasqueña, y la mayoría de sus ingredientes son locales, excepto el lúpulo, –esa planta trepadora que le da sabor y aroma a la cerveza– y la levadura, porque no se producen en México. Están convencidos de que no hay mejor tierra que la mexicana para el grano, así que incluso hicieron pruebas de cultivo en las chinampas de Xochimilco. Con el tiempo, encontraron un maltero que les ayuda con el delicado proceso de manejar el grano y convertir los azúcares en esa buena cerveza. Pero en la planta están ellos, metiendo las manos. De base tienen ocho cervezas, pero a veces, dependiendo de la temporada, llegan a ofrecer hasta 12. Entre ellas están la clásica Doble IPA, que es literalmente un trago amargo porque es fuerte y amarga; la Neipa, turbia y deliciosa con un aroma afrutado; la Cold IPA, ligera y fresca, perfecta para el calor; la Porter, más chocolatosa; y la Imperial Stout, con sus oscuras intenciones.
La dulzura de las hidromieles
El gusto por las hidromieles siempre ha estado ahí, a la par de las cervezas. En cuanto a los insumos, después de probar con varios proveedores de miel, el destino los llevó a la cooperativa Mamá Colmena, que cuenta con cientos de apiarios en Milpa Alta, produciendo una miel de calidad impresionante. Les entregan miel mantequilla, cristalizada y perfecta. Se dieron cuenta de que el sabor de la miel varía según las flores que polinizan las abejas; por ejemplo, en noviembre, es el cempasúchil, y en invierno, las nochebuenas. En su bar, ofrecen cuatro hidromieles que son las más populares: maracuyá, mora azul, frutos rojos y frambuesa, todas deliciosas, dulces, ligeras y frescas. Además, les encanta experimentar, así que solo en OBNI encontrarás combinaciones únicas. Han creado hidromieles de temporada con jamaica o con horchata y fresa, por ejemplo. De hecho, ganaron el segundo lugar en la categoría de hidromieles de la CDMX con una receta de menta y hierbabuena que maduraron durante seis meses. Aquí se nota la pasión y la calidad en cada sorbo.
La comida, otro encanto de OBNI
Otra parte del encanto de OBNI es la comida, porque nada como acompañar esa cerveza artesanal o hidromiel con un buen platillo. Alejados de los bares que solo sirven tapas pequeñas y bocadillos diminutos, los fundadores se aseguraron de que los platos estuvieran bien servidos. Así que si pides alitas, prepárate porque te servirán un kilo. Sus opciones son de comida con sazón casera, y en su menú destacan platillos como las costillas de pollo y boneless, que puedes disfrutar con salsas como BBQ, pimienta limón, Buffalo o mango habanero. También tienen snacks como papas a la francesa, papas gajo, bolitas de queso y guacamole clásico, además de opciones de hamburguesas y hot dogs. Sobre sus cervezas e hidromieles, solo tienes que venir a probarlas, pero hay una cosa segura, de OBNI te vas bien bebido, bien comido y bien contento.