Es difícil definir a México, más aún hacerlo desde su cocina. Si bien lo mexicano puede percibirse a través de su herencia prehispánica y mestizaje cultural, también lo hace con el respeto a sus cultivos endémicos y tradiciones culinarias. Criollo logra la expresión gastronómica perfecta de esta heterogeneidad nacional, con una propuesta oriunda en la cocina oaxaqueña, de espíritu local y sabores temporales.
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La palabra ‘criollo’ significa muchas cosas. Es un alimento cultivado en casa con características propias de la tierra; algo mestizo y de origen diverso, de naturaleza local y arraigada; es también familia y amistad. En Oaxaca, Criollo es una casa culinaria fundada por Enrique Olvera y liderada por el chef Luis Arellano, un espacio de sublimidad gastronómica y honra a la tradición oaxaqueña.
El restaurante se establece dentro de una hermosa casa antigua de Oaxaca, compartiendo la atmósfera de cobijo y protección característica de los hogares mexicanos. Hay un amplio jardín con árboles de refugio y una gran parrilla para realizar cocciones tradicionales, así como salones privados para quienes busquen una experiencia más íntima y personal.
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El menú en Criollo es evolutivo y cambiante, siempre atento a la temporalidad de los ingredientes y la producción local. Comparte el toque contemporáneo de Olvera y la formación tradicional de Arellano, enraizándose en distintas técnicas de la cocina oaxaqueña para ofrecer un recorrido gastronómico por los sabores regionales de México.
Los platos de Criollo aparentan sencillez, pero llevan consigo un importante acervo de permanencia prehispánica, mestizaje cultural e identidad mexicana. Hay tortillas hechas a mano, antojitos al comal, ensaladas criollas, mole oaxaqueño, pan de la casa, y – por no perder la costumbre nacional – tortas para llevar.