México es un país con una escena gastronómica super diversa y llena de historia; desde algo tan básico como las tortillas, hasta elaborados platillos como los chiles en nogada y ―en menor medida― el pozole. La comida en México se caracteriza por el amor y respeto a la tierra en que se cultivan los ingredientes y a la cocina misma. Esta filosofía, también se traduce en algunos de los dulces típicos mexicanos más deliciosos que te puedas imaginar. Al igual que la cocina, la confitería mexicana actual es una mezcla de tradiciones prehispánicas y coloniales con tradiciones europeas modernas. Es obvio que has probado el dulce de calabaza y hasta los cacahuates japoneses ―que de hecho son 100% mexicanos―, pero hay algunos dulces mexicanos que, aunque conocidos, a veces son olvidados y que tienes que probar lo antes posible…
Alegrías
¿Sabías que las alegrías de amaranto ya existían en la época prehispánica? Así es, esas barritas curiositas que te encuentras en todos lados ―hasta en el metro de la CDMX― forman parte de la larga tradición de la confitería en México y, específicamente, del estado de Morelos. Este icónico dulce mexicano es elaborado con miel y semillas de amaranto ―una planta originaria de México― y, aunque actualmente es un snack de lo más común y hasta menospreciado, en su momento fue utilizado como moneda de pago y ofrecido como tributo a los dioses en forma de interesantes figurillas.
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Ate
Ando un salto hasta la época virreinal, el ate llega a México en forma del dulce de membrillo; sin embargo, con el tiempo ―y con su distribución a los distintos estados del país― su receta fue modificada y dio origen a esas pastas gelatinosas que te encuentras en la rosca de reyes. Este dulce mexicano es especialmente popular en Michoacán; en donde cuenta con su propia denominación ―ate de Morelia―; pero puedes disfrutarlo, acompañado de queso y pan tostado, en cualquier parte de México.
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Camote
¿Alguna vez has escuchado la frase ‘qué bonito es Puebla’? Pues también aplica para todo lo que viene de Puebla; quizá, en lugar de bonito, quedaría mejor decir ‘delicioso’ pero lo cierto es que también hay belleza en los sabores y este dulce mexicano es prueba de ello. El camote tiene origen en alguno de los muchos conventos de la bella ciudad de Puebla de los Ángeles ―cuando aún era conocida así―. Este dulce es preparado precisamente con camote ―una especie de papa dulce―, agua, azúcar, y jugo de limón. Hoy en día, podría no parecer mucho visualmente hablando, pero se trata de una de las golosinas más versátiles pues cuenta con muchísimos sabores y hasta colores.
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Cocada
Otro favorito, que además no puede faltar en las ofrendas, son las coloridas cocadas. Este dulce mexicano proveniente de las costas de México son de hecho bastante sencillos de preparar; simplemente precisas de un coco rallado y azúcar. Su origen se remonta a la época colonial, cuando aún había esclavos africanos en las haciendas henequeneras y en otras regiones del sur de la costa mexicana. De hecho, a ellos se les atribuye la creación de tan refrescante bocadillo que continúa siendo tan popular en las zonas tropicales de México.
Jamoncillo
Finalmente, queremos recomendarte uno de los dulces tradicionales mexicanos menos conocidos: el jamoncillo. Este curioso dulce es parte del gran legado de la época colonial; de hecho, se cree que fue creado en algún convento de la CDMX o de Guanajuato ―dependiendo la fuente―. Es elaborado con dulce de leche ―de vaca o de cabra―, piñón, y nueces. Mientras que su forma más común es una pasta de color marrón ―quizá rosando el beige―, también puedes encontrar variedades rosas o blancas. Hoy en día, se considera que el estado con la mejor versión del jamoncillo ―por apegarse a la receta tradicional― es Colima; sin embargo, también puedes disfrutar de la versión con obleas de Zacatecas y Guanajuato, o la almendrada de Sonora y Coahuila.
