La historia de una de las terrazas más cool de Masaryk se remonta al centro de la ciudad de Monterrey, en donde La Barra Antigua fue la semilla que algunos años más tarde, evolucionaría al concepto de alto nivel gastronómico que hace honor a los sabores norestenses de México: La Buena Barra. Ahora, la Ciudad de México ha adoptado este lugar de manera cálida, replicando los sabores de dicha ciudad del norte en el corazón de Polanco. Como era de suponerse, brillan sus cortes de carne, asados y tragos.
Su ubicación es perfecta, ya que nos ofrece una terraza con una espectacular vista del corazón de la avenida más exclusiva de la capital. Se trata de un restaurante estilo cantina, pero que no pierde esa elegancia en donde se presta especial cuidado y atención al detalle.
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Para este punto, debemos contarles que La Buena Barra no solo es gran opción nos referimos a cortes de carne o tacos, sino que es el spot por excelencia para probar platillos alternativas como mariscos y cócteles–un must durante tu visita–.
Hace un par de días, el equipo de Food and Pleasure tuvo el gusto de ser invitado a vivir una experiencia gastronómica en este pedacito de Polanco, y aquí te contamos todo al respecto.
Para comenzar este viaje gastronómico, nos dieron a elegir un gin de bienvenida y nosotros nos fuimos por una recomendación del mixólogo: El Gin Patrio, preparado con un tipo de ginebra suave y agradable al paladar, acompañado con granada y una rodaja de pitahaya. ¡Una bienvenida de primera!
Continuamos con el primer platillo de la tarde, un sashimi de atún corte grueso sobre un bloque de sal rosa con ajonjolí enchilado, mango y aguacate. Pensarías que solo puedes encontrar un buen sashimi en un restaurante japonés, pero no es así. Aquí puedes probar un atún tan fresco, que te sentirás en la costa.
Posteriormente, llegó frente a nosotros un carpaccio de salmón servido con un poco de perejil frito. El salmón tenía una consistencia tan suave que podríamos haber pedido tres más de esos. Extremadamente fresco y con el toque de sazón perfecto.
Al devorarnos el platillo anterior y dejar el plato limpio, nos retiraron el servicio y trajeron unos fideos secos servidos con una bola de jocoque, espolvoreado por encima un poco de chile japonés. Con respecto a ellos, solo podemos decir que estaban deliciosos y que –a diferencia de otros que hemos probado en la CDMX– tenían un toque muy original, ya que los sirven con jocoque con el objetivo de darle un acento de acidez que a nosotros nos encantó. La mancuerna perfecta.
Al poco tiempo, llegó a nuestra mesa el plato fuerte: la pesca del día –en esta ocasión fue una Lubina– estilo zarandeado con un aderezo de paprika y mayonesa, servido con alcaparras fritas, semillas de calabaza y unas tiras de chile guajillo. Para acompañar, nos ofrecieron una guarnición de vegetales asados. Fue nuestro platillo predilecto por habernos transportado hasta la costa del pacífico con sus aroma a mar y a brasas.
Como en varias ocasiones les hemos comentado, el postre se va directo al alma, y es por ello que jamás lo perdonamos. En la Buena Barra, terminamos nuestra comida con un molten de caramelo. Este postre es todo un espectáculo en la mesa, ya que al momento preparan un crunchy de crema de avellana con nitrógeno líquido para ponerlo sobre el pastel –súper instagrameable– todo acompañado de una guarnición de helado de cardamomo.
La Buena Barra es la opción perfecta para salirse de su zona de confort, sorprenderse y al mismo tiempo probar sabores que rinden el más puro homenaje a la tradición mexicana de diferentes regiones del país. Se trata de un rinconcito ideal para deshacerse del estrés y olvidarse de las preocupaciones del día a día.
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