La diversidad cultural de México se refleja también a partir de sus expresiones artísticas. Además de su valor estético, las artesanías tienen un valor histórico y cultural inmenso. Cada comunidad transmite sus saberes y su forma de pensar a través de las distintas tradiciones a las que se dedica. Desde el hilo hasta el metal, estas artesanías son formas de expresión y comunicación colectiva, que nos hablan sobre la cosmología de una cultura al mismo tiempo que se infunden de la identidad del artesano que las produce. Aquí te dejamos una lista de siete pueblos mexicanos cuyas artesanías te quitarán el aliento.
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Barro negro de San Bartolo Coyotepec
Cuando de artesanía se trata, Oaxaca se pinta solo. Sin embargo, el barro negro es una de las más representativas del estado por su belleza y su versatilidad. La cerámica es la principal actividad económica de San Bartolo Coyotepec, donde la tradición alfarera ha formado talleres familiares que preservan los procesos ancestrales de las culturas mixteca y zapoteca de los Valles Centrales, a la vez que perfeccionan la técnica e infunden cada pieza con el sello distintivo de cada taller. Curiosamente, el color de estas piezas no viene de la arcilla que se usa, sino del proceso de cocción en el que, al sellar completamente el horno, el oxígeno se consume para oxidar el barro. Algunos de los talleres más renombrados son el de Rosa Real Mateo de Nieto y el de Carlomagno Pedro Martínez.
Tapetes de Teotitlán del Valle
De acuerdo con las crónicas de Fray Francisco de Burgoa, Teotitlán fue el primer asentamiento zapoteca en el Valle de Oaxaca. El día de hoy, este pueblo mágico es famoso por sus extraordinarios textiles de lana, teñidos con pigmentos naturales —como la grana cochinilla— y tejidos de forma totalmente artesanal mediante técnicas ancestrales. Todo el proceso, que va desde trasquilar a los borregos, lavar, teñir e hilar la lana hasta tejer los complejos patrones en el telar de pedal, requiere de gran paciencia y habilidad. Lo mejor es visitar el lugar para maravillarte con su belleza y variedad, pero si aún no agendas tu viaje y quieres comprar una pieza directamente con los artesanos, puedes hacerlo a través de perfiles como el del taller familiar Kiae Dayn.
Árboles de la vida de Metepec
A pesar de que este pueblo mágico en el Estado de México no es la cuna del árbol de la vida —esta artesanía nació en Izúcar de Matamoros, Puebla—, en 2009 el Gobierno de México lo registró como una marca de los habitantes de Metepec y Calimaya. La Iglesia católica utilizó estas piezas como un elemento fundamental para la evangelización, de ahí que muchas veces relataran pasajes bíblicos, como la creación o la historia de Adán y Eva, pero las técnicas artesanales con las que se fabrican datan de mucho antes de la conquista. El día de hoy, la imaginería común de los árboles de la vida nos hablan sobre temas como la fertilidad, la abundancia y los ciclos.
Orfebrería de Santa Clara del Cobre
Como su nombre mismo lo indica, este pueblo michoacano ha fundado su tradición y se ha ganado su fama por las increíbles piezas de cobre que ahí se producen. Desde anillos y cazuelas hasta el techo del kiosco de la plaza principal, aquí se funde y se moldea de todo. La tradición orfebre de esta localidad se remonta hasta el pasado purépecha, y creció aun más durante la colonia. En los talleres familiares, los niños comienzan a aprender la técnica del martillado —la cual requiere de la perfecta sincronización de los artesanos, quienes se agrupan alrededor del metal al rojo vivo y lo golpean para darle forma— a partir de los 10 u 11 años, preservando así este legado único en el mundo.
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Cerámica de Juan Mata Ortiz
Al norte del país, en el estado de Chihuahua, florece la localidad de Juan Mata Ortiz, hogar de uno de los estilos orfebres más bellos en México. Si bien esta técnica ancestral data de hace más de 600 años, no fue sino hasta mediados del siglo XX que Juan Quezada Celado, fascinado por los diseños de las piezas halladas en excavaciones cercanas, encontró un proceso cuyo resultado era una réplica exacta de las antiguas vasijas. Actualmente, Juan Ortiz Mata es el hogar de más de 400 alfareros cuya calidad y diseños se consideran entre las cerámicas más finas del mundo.
Bordados de Tenango de Doria
Los tenangos son posiblemente la artesanía textil más famosa de nuestro país, tanto por su belleza como por su versatilidad. Sus coloridos diseños —inspirados en figuras mitológicas, en la flora y fauna de la región, en la vida cotidiana y en las fiestas y ceremonias de la comunidad— representan la cosmología y la cultura de los artesanos de esta comunidad en el estado de Hidalgo. Curiosamente, la puntada típica de estos bordados es relativamente nueva, pues la técnica del tenango como tal surgió en la década de los 60, y fue a partir de entonces que se adoptó por las mujeres bordadoras de la comunidad hasta convertirse en un sello característico de la localidad.
Barro vidriado de San José García
Michoacán vuelve a aparecer en la lista, pero esta vez por la increíble habilidad alfarera de la zona purépecha. La artesanía más popular realizada con la técnica del barro vidriado son las piñas de barro verde, azul, amarillo y café en sus múltiples tamaños y presentaciones. Sin embargo, al igual que con los tenangos, este diseño en realidad no es tan antiguo, pues apareció también en la década de los 60 del siglo XX. Se dice que su origen se lo debemos a la señora Elisa Madrigal Martínez, proveniente de una familia de larga tradición alfarera y madre de Hilario Alejos Madrigal, uno de los artesanos más reconocidos del país por la calidad de su trabajo.