Ya conoces el Callejón del Beso, aquí te contamos las demás leyendas urbanas de Guanajuato

Si has visitado – o escuchado hablar de – Guanajuato, entonces sabrás que uno de sus rincones más emblemáticos es el Callejón del Beso, famoso por su atractivo histórico y la historia romántica que comparte. Si bien es una parada imprescindible durante cualquier visita al destino, éste cuenta con demás leyendas urbanas que también vale la pena conocer, ya que brindarán una mirada distinta – y más personal – a la ciudad. ¡Aquí te compartimos algunas de ellas!

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La momia del ojo abierto

Esta es una de las leyendas más tétricas de Guanajuato. Se dice que, hace muchos años, en la ciudad existió un sacerdote muy sacrificado y querido por la población; un día cruzando por la Plaza del Baratillo se topó con un sujeto alcoholizado, quien lo empujó sin disculparse, a lo que el sacerdote no prestó mucha atención y siguió tranquilo su camino. El hombre, a pesar de encontrarse en estado de ebriedad, pudo apreciar cómo el sacerdote se movía flotando y sintió un miedo petrificante.

Después de algunos días el hombre sufrió un accidente trágico, por lo que pidió ver a un padre antes de morir. Ahí se disculpó por el incidente previo con el sacerdote, pero se llevó una gran sorpresa al darse cuenta que hablaba con la misma persona con la que había tropezado tiempo atrás. Esto le provocó dar su último suspiro con cara de terror, misma que hasta la fecha sigue presente en el rostro de una momia con los ojos abiertos que se encuentra en el Repositorio de las Momias.

Foto: Museo de las Momias
Foto: Museo de las Momias

El Cantador

Uno de los sitios más visitados en Guanajuato es el Jardín El Cantador, oficialmente denominado como Jardín Porfirio Díaz. El nombre popular se le atribuye a un cantor llamado José Carpio, quien con sus canciones deleitaba a los habitantes de la ciudad, y rápidamente se volvió sensación local por su encanto y talento. Después de que el padre de José muriera en una mina, éste cesó indefinidamente sus melodías, hasta que después de muchos años volvió a entonar las calles.

Al jardín se le llamó primero Jardín de las Flores, pero debido a que cerca de éste se encontraba una hermosa mujer de quien José se enamoró, y por la frecuencia con la que el cantante asistía a dedicarle bellas serenatas, se le bautizó popularmente como el Jardín El Cantador.  Aún puede acudirse a él para apreciar la estatua ‘El Músico’, así como disfrutar de grupos locales que acuden al lugar.

Foto: Wikimedia Commons
Foto: Wikimapia

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La Bufa y el Pastor

El Cerro de la Bufa es uno de los escenarios naturales más emblemáticos en Guanajuato, ¿pero habías escuchado la historia mítica detrás de su formación? Cuenta la leyenda que al otro lado de la sierra vivía una joven hermosa, de quien solo algunos llegaron a escuchar sus gritos lastimeros al anochecer. Un día, un pastor decidió rescatarla en un acto de valentía, por lo que se encaminó a la cueva donde se encontraba la joven, ahí ella le dijo que debería llevarla en brazos hasta la parroquia para romper el hechizo, pero que era muy importante que no mirara atrás.

Antes de que pudiera terminar las indicaciones, el pastor la irrumpió y le dijo que la salvaría de cualquier mal, por lo que casi al llegar a la puerta – y después de muchos obstáculos – se distrajo con un estruendo y volteó la mirada. Ésto ocasionó un gran derrumbe que creció hasta convertirse en montaña, derivando en el nacimiento de las que hoy se conocen como La Bufa y El Pastor.

Foto: Secretaría de Turismo Guanajuato

Las dos comadres

Esta es la historia de un par de formaciones rocosas situadas en la Sierra de Guanajuato. Se cuenta que en una de las primeras vecindades de la ciudad existían dos amigas que platicaban mucho, se hicieron comadres y se juraron amistad por siempre; debido a un amor mal correspondido, esta promesa se rompió, y ambas crecieron riñas y acusaciones entre ellas, alterando las historias de la sociedad.

Un día se toparon con el mismísimo demonio y, para obtener el amor de don Juan de Barriada, vendieron sus almas. El demonio se entretuvo primero con las peleas de las amigas, pero después de un tiempo, quedó harto de sus habladurías, por lo que las convirtió en ranas y posteriormente las petrificó. Así quedaron ambas perpetuadas en piedras anfibias, y hay quienes dicen que cuando se pasa junto a las rocas, aún pueden escucharse sus murmullos.

Foto: Victor Ildefonso